EL AMANTE DEL MINISTRO

                                                                   198 ENTREGA

                                                              Crispulo Pallero Diaz



Una vez hace muchos años, quizás en otra vida, conocí por casualidad a un viejo muy particular. Nunca supe si no estaba loco, pero era tan agradable conversar con él, que no importaba cuanta veracidad tuvieran sus discursos; me envolvían tanto que me sentía parte de sus relatos, y hasta confieso que a veces llegué a enfadarme cuando me sentía excluido de alguna de sus andanzas fantásticas. Era un hombre de estatura media, poco robusto, de piel trigueña percutida por el sol, barba desprolija y con cejas muy pronunciadas. No podía quitar mi mirada de sus manos; me llamaba poderosamente la atención la crudeza con la que las trataba. Abandonadas más que el resto de su cuerpo, parecía que las odiara y las golpeara constantemente. Sus dedos se perdían en un fuerte tinte de sangre donde el tiempo se había encargado de mantenerlo para siempre. Eran manos agresivas, castigadas, y cargaban un dolor interno tan inmenso que preferí nunca saberlo.
Un día cualquiera, ya ni recuerdo la hora, ni si era primavera o verano, lo vi de lejos sentado al lado del arroyo. No había viento pero las ramas de los arboles se movían y sus hojas se tambaleaban al unisono. A pesar de ello, había tanta calma que se escuchaban las carcajadas del viejo como si las tuviera adentro de mi cabeza. Me acerqué desconcertado pensando cual sería la razón de semejante festín. Él ni siquiera percibía mi presencia; estaba tan concentrado en su felicidad que nada mas le importaba. Me arrodillé a su costado y con una mano en su hombro le avisé que allí estaba para compartir seguramente alguna disparatada nueva aventura. Pero siguió en su mundo; miraba para arriba como recargando risa, y otra vez emanaba carcajadas, como si le salieran por cada uno de los poros de su piel. Esperé unos minutos y de repente cerró su boca pegando sus labios tan prolijamente que parecían uno solo. Me miró fijamente sin hablarme mientras sus ojos se inundaban de lagrimas potentes, pesadas y tan densas que se hicieron mías...Mis mejillas se empaparon de tristeza y al borde del llanto quería preguntarle qué le estaba sucediendo. Pero no podía, el respeto al silencio fue más grande y dejé que llorara...Quise irme y dejarlo solo cuando noté que sus manos esta vez no sangraban. Apretadas fuertemente entre sí parecían una sola, y casi abandonadas por la propia piel no se soltaban. El viejo concentraba toda su fuerza en sus manos... pero esta vez ya no estaban sangrando. Les quitó la mirada de encima, levantó su cabeza y me miró a los ojos como nunca antes lo había hecho, como si quisiera confesarme el secreto más profundo de su vida...Después de eso, me fui.
Los años pasaron y desde aquel día nunca más supe de él. Tengo un recuerdo tan marcado de su mirada que creo que hoy continúa observándome mientras sus lágrimas recorren su cara sucia y barbuda. Hay momentos en que deseo volver el tiempo atrás y abrazar al viejo hombre para devolverle mi admiración, y pedirle disculpas por no abrazarlo cuando lo dejé envuelto en llantos junto al arroyo. Hoy entendí que ese día cualquiera, sin saber la hora ni tampoco si era verano o primavera, no había sido cualquier día para él; había sido el día en que comenzó a amarse y a querer cambiar. Seguramente desde entonces ya sus manos no sangraron y aunque yo sí las vi maltratadas, el tiempo las iría cicatrizando. Hoy también entendí que ese día solamente el viejo pudo llorar y reír por algo tan profundo y genuino para él pero tan ajeno y simple para mí. Ahora ya no siento culpa...sino alivio porque hoy si lo he comprendido.

Sabéis una cosa ya estamos llegando casi al capitulo 200 y parece que tan solo han pasado unos días desde ese primer momento en que jose Luis me miro por primera vez en la recepción del palacio de congresos de Merida en donde por primera vez nos besamos en el cuarto de las calderas ,esos encuentros clandestinos en días sucesivos al primer encuentro ,aun siento sus manos acariciando mi cuerpo ,el susurro de sus palabras cuando se acercaba a mi oído,tanto tiempo y tantas cosas vividas que aun hecho tanto de menos en estos momentos .
Tras la cena y haber leído una de las cartas que mandaban esteban al hombre misterioso que supuestamente vivió en esta casa de la dehesa,Jose Luis era muy reacio a que siguiésemos leyendo esa correspondencia que no nos pertenecía  pero era tal la intriga que ellas  nos proporcionaba que daba a dejar la llevar la magia de las palabras a formarnos en nuestra mente una historia .que l igual no se correspondía con la real pero lo bueno de estas cartas era eso que cada uno nos podíamos transportar a ese momento vivido sin que nadie nos pudiera decir si era real lo que estábamos imaginando o no.
En esa noche volvió a aparecer el fantasma de las fotografías tomadas en nuestro viaje a Lisboa ,y en el cual también salio a relucir como no podía ser de otra manera Johao aquel que tanto juego dio en toda la historia vivida en Lisboa,se le echaba de menos en muchas ocasiones ya que era una persona que gustaba estar en su compañía aparte de lo que paso que tampoco fue nada que se pudiera decir que llego a significar algo mas de lo que paso en el momento,¿o si? Quien sabe.
Pues bien Alberto saco el tema y claro esta que estuvo en la conversación del momento ,habiendo pasado tan solo unos días después de que se hubiesen sacado las fotografías a relucir en solo unos días tan solo había silencio en el tema ,inicialmente lo que se dejo caer Alberto es que para ello había bastante gente y dinero por medio ,viendo lo visto en la actualidad lo que pasa en muchos casos conocidos por todo ,normal que quedase en el silencio ,y mucho mas en esa época cuando aun la figura del ministro significaba algo mas que una simple persona de a pie .
Los cuatro estábamos sentado frete a la chimenea mas Turco que se encontraba echado frente  a la chimenea ,en la casa no había nadie mas que nosotros cuatro ya que Lucia y demás familia estaban en la casa de invitados ,como siempre sucedía las horas frente a la chimenea pasaban muy rápidas y siempre sin darnos ni si quiera cuenta nos entrabamos en la madrugada acompañados de una copa en la mano mientras la luna nos observaba tras la ventana .


  
Al mismo tiempo quien no faltaba jamas en nuestras reuniones era la música ,aquella que siempre nos acompañaba en todos los momentos,dando ese toque mágico a nuestras reuniones en la casa de la dehesa ,imaginaros el entorno en el que los cuatro sentados hablando de nuestras cosas en un gran salón frente a una chimenea sin mas problemas que pensar en lo que íbamos a hacer al día siguiente.
El día que en unas horas iba a nacer de nuevo seria un día en el que queríamos disfrutarlo intensamente volviendo a visitar el castillo que se encuentra anclado en lo alto de la sierra mas alta de alrededor de la dehesa desde donde se podía divisar todo el maravilloso entorno de las dehesas cercanas e incluso a lo lejos se despuntaban los edificios mas altos de la ciudad .(Badajoz ).
Dadas las horas que eran había que comenzar a pensar  irnos a la cama para poder descansar ,porque si mal no recuerdo siempre lo mas temprano que nos retirábamos a dormir eran mas o menos las 4 de la madrugada,casi en la hora donde comenzaría a cantar el gallo anunciando la salida del nuevo sol ...
Autor...
Crispulo Pallero Diaz ..

1 comentario:

  1. 198 entrega del relato .EL AMANTE DEL MINISTRO ..ya en el blog y como siempre digo la realidad termina solo cuando empieza la ficción y ese limite solo yo se donde empieza y acaba

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