EL AMANTE DEL MINISTRO

                                                                  232 ENTREGA

                                                             Crispulo Pallero Diaz



Un hombre viene caminando a través de los matojos y bajo la luz del Mediterráneo. Sostiene en la mano una cuerda. En el otro extremo de la cuerda, una burra resopla sonoramente a causa de la carga de mármol que viene rodando detrás de ella. El hombre es un viejillo enjuto de piel curtida por el salitre y el sol. Viene contento, canturreando desde el puerto en dónde ha hecho el intercambio.
Al rato sus piernas flaquearon, por lo que se viró hacia la bestia y le dijo cariñosamente:
“Ay querida Cibeles. ¿Estás cansada, eh? Vamos a aquel naranjo para descansar a la sombra un poco. No te preocupes que poco falta. Cuando lleguemos te daré una jugosa ración de heno. Qué digo, ¡Dos!”
Al fresco el viejo comió un par de naranjas y se sumió en un corto sueño. Al despertar, retomaron el camino hasta su destino. Recién llegados, acomodó el bloque en el taller y contempló la escultura, aún incompleta:
Mmmm…La parte superior me va a llevar tiempo. Mucho tiempo. Un regalo que se da por amor no puede ser hecho a la ligera. Mi prueba de amor será famosa, muy famosa. No sé si en esta vida, pero tanto he de invertir en ella que los hombres no habrán conocido jamás una escultura tan cerca de la perfección, esto es, humanamente perfecta”.
Se sentó, sacó sus materiales y comenzó la labor con una expresión decidida y concentrada. Sus manos cincelaban con rapidez, como controladas por los dioses. Las horas pasaron y se encendieron velas en el taller. Después, dos golpecitos en la pared seguidos y luego uno más. El hombre cogió una manta y cubrió el bloque sobre el que había estado trabajando toda la tarde. El otro bloque ya había sido tallado y permanecía cubierto. Bajo el manto, si fuésemos curiosos, veríamos un par de piernas vestidas por una túnica. La pierna izquierda estaba flexionada a la altura de la rodilla. Bajo esta pierna, había el escultor reservado un espacio para gravar su nombre una vez finalizado el trabajo.
Acto seguido, el artista fue hacia la puerta y abrió. Una mujer saludó y sonrió al hombre. Cada detalle de aquel cuerpo estaba forjado a fuego en su cabeza. Conocía cada lunar, cada arruga en cada gesto, cada músculo y cada convexidad y concavidad. Era la modelo de su escultura, también su mujer. Una mujer joven y voluptuosa que, sin embargo, había decidido querer a este artista entrado en años que pasaba gran parte de su vida inmerso en la creación de objetos inanimados.
¿Ya puedo verla? ¿Ya puedo? Venga, anda. Si soy la modelo cómo es eso que no me tienes aquí contigo como referencia. Sólo con hacerme dibujos y esbozos no será suficiente, ¿no? ¿Cuándo vas a acabar? Tengo ganas de verla, ¿sabes?”, así de inquisitiva la muchacha preguntaba al hombre, quien se limitaba a contemplarla henchido de amor.
Querida, ya sabes cómo hemos acordado el asunto. Aún queda un poco. En cuanto a lo de ser modelo en el taller, ya te he dicho que conozco tu cuerpo mejor que tú, casi me podría atrever a decir si me permites. ¿O acaso te puedes ver la espalda en su totalidad?”
La muchacha giró el cuello a derecha e izquierda agitadamente, intentando verse la espalda entre sonrisas. Y riendo y besándose tiernamente dejaron el taller para comer antes de acostarse bajo la luna creciente de la isla.
Las semanas pasaban entre risas y abrazos hasta que todo cambió y ella se sintió herida. Su marido se pasaba prácticamente aislado todo el día en el taller, apenas sin comer y beber, absorto en la escultura. Así que ella se dedicaba a ocuparse en otras tareas, hablar con los vecinos y pasear por los alrededores.
Cuando llegaba la noche él estaba exhausto y a duras penas podía prestar atención a la conversación de su mujer. Ella, comprensivamente, adivinaba que la escultura le quitaba energías, pero no podía tolerar que su propio marido la ignorase de tal forma. Una mañana temprano, cuándo el viejo se disponía a entrar en el taller, se armó de valor y le preguntó:
“¿Por qué ya no me abrazas? Me siento herida, Te prometo que he intentado lidiar con la situación pero ha llegado el momento de decírtelo. ¿Por qué no me haces caso? Y sobre todo, ¿Por qué no me abrazas?”
El hombre pareció despertar de un estupor y la abrazó desganadamente. Después se despidió y se encerró con su escultura, dejando que la ira y la venganza prendiesen fuego en el corazón de la mujer.
No pasó mucho tiempo hasta que el viejo concluyó la escultura. Salió del taller y llamó a su mujer con una enorme alegría. Le dijo que ya había acabado pero que iría un momento a comprar unos brazaletes para la escultura antes de enseñársela en todo su esplendor. Y dicho esto empezó a correr por la calle abajo, revigorizado como nunca antes lo había estado.
Sin poder soportarlo más y viendo la oportunidad de estar a solas con la escultura, la mujer entró en el taller, su primera vez en aquel cuarto. Ante ella, una escultura cubierta por una manta enorme. La escultura era, sin duda, magnífica. A su lado, la mujer se sentía casi doblada en altura. Tiró de la manta y dejó al descubierto la causa del enfriamiento entre su marido y ella. Sus ojos ardían encendidos por la envidia y sed de revancha. En un arranque de locura, tomó una larga barra de hierro y amputó a golpes el brazo izquierdo de la estructura, el cual estaba extendido y ligeramente apuntando hacia arriba con la mano también extendida palma abajo. El otro siguió después. La disposición de los brazos era tal que parecía que estuviese manejando un arco pero con las manos extendidas. Luego, designios del azar, vio el nombre del marido inscrito al pie de la escultura. Más golpes en la zona desprendieron el pedazo marmóreo. Cansada por el esfuerzo dejó la barra en el suelo y, mientras aún sonaba el sonido metálico intermitente en el suelo, la mujer huyó al precipicio cercano.
Mientras la mujer se lanzaba a las olas y las rocas, el viejo se arrodillaba ante la escultura llorando y gritándole a la figura marmórea fuera de sí:
“¿Por qué no me abrazas? ¡¿POR QUÉ NO ME ABRAZAS?!”.


Bien como bies sabéis quien me sigue y lee a diario ,no hace tanto regrese de nuevo a la dehesa después de un tiempo largo en lo cual no había vuelto a ir,ni a verme con Jose Luis pues bien tras nuestro encuentro estando en la orilla del ria y visitar la casa pastoril en la que hubo grandes recuerdos tras cruzar la puerta de esa pequeña casa donde tanto compartimos esa casa llena de historias anteriores a nosotros en ella en ella sucedían los clandestinos encuentros ente Esteban y Antonio  los protagonistas de las misteriosas cartas encontradas  en el fondo del armario de la habitación principal la cual utilizamos como nuestra ,yo si queréis que os diga la verdad para mi esa habitación desde siempre me a extremado curiosidad al mismo tiempo inquietud que tranquilidad ,no se ,es una sensación que desde siempre me a acompañado,puede ser que también sea porque en ella se han vivido los momentos mas intensos  de este relato hasta ahora ,también a sido cómplice de silencioso con amantes de otra época ,porque si recordáis en la historia de la casa os e comentado que en ella vivía una Marquesa la cual se había enamorado del hijo de un trabajador de la dehesa y teniendo sus encuentros furtivos los cuales un día fueron descubiertos aunque era un secreto a voces,es decir que aunque ellos creían que su relación era un gran secreto siempre había quien veía mas de lo debido ,hasta el día que el cayo del caballo al cruzar por el puente del rió el cual nosotros cruzábamos cientos de veces para llegar a la casa pastoril ahora restaurada,bien pues ella con el permiso de sus padres le tubo en su casa cuidándolo ya que al caer del caballo y tras darse un fuerte golpe en la cabeza entro en un largo y silencioso sueño ,hasta que un día durmió ya para siempre ,ella siempre estuvo a su lado y cuentan que cuando el se fue para siempre ella enloqueció y jamas volvió a salir de la casa de la dehesa hasta terminar sus días en ella ,a lo mismo que cuentan que cada noche se oía el relincho del caballo cruzando el puente al reencuentro de ella ,y que cuando se asomaba a la ventana para ver si el llegaba de nuevo a lo lejos en los días de niebla se le puede ver montado en su caballo blanco acercándose hacia la casa por el camino de fresnos.


Pues bien ay gente del pueblo que dicen que tan solo es una leyenda,pero los mas mayores del mismo cuenta que todo es verídico y que esta casa a lo mismo que la finca entrañan grandes historias que en ella se han vivido a lo mismo que el castillo que se alza en lo mas alto de la sierra que esta desde hace tiempos remotos de vigía esperando el regreso del amante de la Marquesa a lomos de su caballo blanco.
Pues bien después de haber desviado un poco el relato de hoy,pero es tan intenso y se han vivido tantas cosas en el que a veces es imposible entablar uno y otro sin pasar por el pasado mezclando el presente e incluso adentrando parte de un futuro incierto en el ,ahora prosigo contando el encuentro en esa tarde del mes de agosto en la cual en la casa nos encontrábamos ya .Alberto,Carlos ,Jose Luis y yo mismo ,pues tras estar en alguna que otra estancia de la misma  al final los cuatro acabamos donde siempre hemos acabado ,ese salón en donde tantas cosas hablamos,momentos vividos intensos , miradas , roces , besos, abrazos e incluso en el llegamos a amarnos mas de una vez  teniendo de testigo los rayos de luz de luna y la tenue luz del fuego de la chimenea , pues bien en el los cuatro charlando con una copa en la mano recordando tantos y tantos momentos que habíamos vivido ,tras una conversación larga y amena  y en compaña de Alberto y Carlos ,la tarde se torno noche y claro estaba que ya que estábamos en la casa todos juntos al final lo que iba a suceder es que pasásemos la noche los cuatro juntos que en tantas ocasiones había ocurrido ,pero las cosas no era ni iban a ser igual muchas cosas habían cambiado,o no tanto .
Pues bien tras cenar y hacer un rato de sobremesa contándonos las andanzas  que en este tiempo habíamos vivido cada uno por nuestro lado yo de vez en cuando miraba a jose luis,el cual cruzaba su mirada con la mía y tras sonreír tímidamente, desviaba su mirada nuevamente como solía hacer antes de atreverse a hablar conmigo cuando nos vimos por primera vez, poco después pasamos nuevamente al salón al pasar por la puerta del mismo delante entraron Alberto y Carlos y en la espera estábamos el y yo ,al avanzar para cruzar la misma nuestras manos de nuevo volvieron a rozarse ,y ay fue cuando volvieron de nuevo a despertar todos mis sentidos ,como en un flash fotográfico que en instantes recoge una imagen transformándola eterna en su reflejo,ay mi mente en segundos volvió a revivirlo todo ,la sensación fue como si hubiese estado dormido por mucho tiempo y al despertar y mirar al alrededor todo me hacia recordar otros momentos vividos olvidados en mi mente ya,y ay volvieron a ser recuperados nuevamente.
ya dentro todos sentados tomamos algo recordamos todo lo vivido,llego el momento en el que Alberto y Carlos ya tenían que regresar para su casa ya que según ellos no podían quedarse ya que al día siguiente deberían salir de viaje a Madrid,y bueno claro estaba que lo que pretendían como era normal era quedarnos a solas a Jose Lusi y  a mi en esa noche,pues bien tras salir con ellos hasta la puerta de la casa y despedirme quedando en vernos pronto Jose Luis y yo regresamos para el salón nuevamente,pero en esta ocasión estábamos los dos solos en una casa en media de la nada a media noche y en una dehesa de Extremadura,con tantas palabras que compartir pendientes,que aun estaban por cumplir, Tras entrar Jose Luis acercándose al equipo de sonido y al encenderlo comenzó a soñar esta maravillosa canción,que ahora pensándolo bien fue escogida en conciencia para ese día y ese preciso momento.

   

El me miro y tras sonreír en silencio sin decir nada tendiendo su brazo me invito a bailar como tantas veces había hecho antes,yo le mire y tras sonreír mirándole a los ojos deje pasar unos segundos eternos ,mi mente decía una cosa mi corazón me imponía otra ,mis manos húmedas mi corazón palpitaba mas rápido que nunca y en un momento su mirada y la mía estaban una enfrente de otra y ay dejándome por el embrujo de la música sin saber ni como y ni siquiera en que momento estaba entre sus brazos ,sintiendo como la música danzaba a nuestro alrededor...
Autor..
Crispulo Pallero Diaz..     



1 comentario:

  1. 232 entrega del relato .EL AMANTE DEL MINISTRO ..ya en el blog y como siempre digo la realidad termina solo cuando empieza la ficción y ese limite solo yo se donde empieza y acaba

    ResponderEliminar

                                                                                                           EL AMANTE DEL MINISTRO           ...